Ya no es una angustia ni un sufrimiento. Durante muchos años, percibí la soledad como una amenaza a mi estabilidad emocional. No sabía estar en casa sin más compañía que la propia. Y, como podéis imaginar, los sábados sin planes eran un tormento. Viajar y tener que buscarme la vida me ha enseñado a valorar quien soy y a disfrutar de los ratos de aislamiento. Ya no me asusta andar solo por bulevares desconocidos ni cruzar fronteras sin amigos ni familiares. En realidad, admito que eso de navegar sin acompañantes me apetece cada vez más. Cosas de la vida.
Los que hayáis viajado o vivido en el extranjero sabréis lo que se siente cuando la nostalgia y la soledad atacan sin piedad. Recuerdo como si fuera ayer las primeras “crisis de melancolía” en mi gélido hogar neozelandés. De vez en cuando, sin razón aparente, me levantaba abatido y desubicado sin entender muy bien el porqué. Todas las ganas de conocer mundo súbitamente se desvanecían y deseaba con todas mis fuerzas volver a la rutina previamente sepultada. Al cabo de unas horas, como por arte de magia, el bajón pasajero decidía evaporarse sin dejar rastro alguno. Todo normal.
Con el tiempo, estos encuentros con la querida soledad se hacen menos frecuentes y aprendes a gestionar los sentimientos. En cierta manera, convives menos receloso con los malos ratos, pues ya sabes que, en media hora, todo volverá a la normalidad. Es una sensación extraña que, al principio, trae muchos dolores de cabeza y dudas existenciales. Rogando un poco de clemencia a nuestro Señor y reposando lo justo para drogar a la mente, ¡voilà!. Ahora, observando estos últimos años con perspectiva, me viene la risa tonta. Qué momentos de mierda pasé.
Es fundamental aprender a estar solo, ya que, muchas veces, los humanos tendemos a abandonar nuestros sueños al no encontrar camaradas suficientemente majaretas para cometer locuras. Es una pérdida de tiempo esperar y una estupidez no aprovechar la mejor época de nuestra vida: la juventud. Estar en casa es cómodo, pero dentro de las fronteras del confort nada de lo que sucede es extraordinario. Si quieres aventuras y adrenalina no hay otro remedio que sacudir el canguelo y saltar al vacío.
En el último post prometí, ingenuamente, citas más frecuentes con la página web. Es complicado, a veces, encontrar el momento justo para escribir lo que uno siente. No me gusta componer por compromiso, así que, cuando no encuentro ni las ganas ni las ideas, prefiero estar callado. Ya han pasado más de seis meses des de que llegué en Australia, una tierra que, sin duda, recordaré para siempre. Los autóctonos son encantadores y Sydney una ciudad con un sinfín de oportunidades.
Hace una semana decidí comprar el vuelo de vuelta. Si bien no termino de creérmelo del todo, pienso que es el momento de volver y descansar algunos meses en casa. Tengo ganas de ver a mi familia y reencontrarme con viejos amigos. Es fantástico conocer gente nueva todos los días, pero la tierra es la tierra y su magnetismo es difícil de esquivar. Mi nivel de inglés ha mejorado mucho (o al menos eso espero) y he aprendido a ganar la guerra a las dificultades y a los imbéciles. Solo por eso, toda la experiencia ha valido infinitamente la pena.
El 27 de diciembre pasado cumplí 26 años. No es para nada una petición implícita de felicitaciones, que quede claro. Ya me autoregalé una torta de chocolate. Lo digo porqué, desgraciadamente, el tiempo pasa mucho más rápido de lo que me gustaría y la vida es mucho más corta de lo que parece. No puedo garantizar artículos cada quince días, pero puedo jurar intentar aprovechar al máximo mi vida, no solo por mí, sino por todas las personas que quisieron y no pudieron.
Salut i força al canut.
Una bonica descripció del que significa créixer com a persona i madurar.
Estic tant orgullosa de tu…
T’estimo.
Hola Bernat. Et sorprénc? Veig que vas avançant en aquest difícil però fascinant cami de la vida amb la valentia del que no te por d’afrontar la lucidesa que se’ns ha donat. Una lucidesa que no podem obviar per tal de no complicar-nos la vida però que en un moment o altre sabem que ens atraparà. Val la pena afrontar la incomoditat per tal de poder gaudir d’aquests moments de llum que ens retornen les ànsies de millorar. Felicitats Bernat! Els teus escrits milloren i milloren. M’agrada seguir els teus pensaments i les teves sensacions; em sento més a prop de tu.
Amb una bon grapat de valentia vas atesorant una ingent quantitat d’experiències que per força han d’enriquir la teva persona i també poder mirar el mon i les coses amb la perspectiva suficient per a relativitzar que es la facultat que ens pot apropar al que en diem felicitat i que tots,tots , hem de perseguir, per al nostre be i per el dels que ens estimen. Fins aviat!! Una abraçada molt estreta. Anna